lunes, 3 de febrero de 2020

Lo Ferro: cuatro décadas del mejor flamenco


El Festival de Lo Ferro es una imagen de marca que ha calado en los últimos 40 años en la piel de todos los aficionados al flamenco. Prueba de ello ha sido el éxito de la última edición, que ha conmemorado las cuatro décadas de un certamen que debe mucho a su fundador, Sebastián Escudero, y a la gran multitud de colaboradores y patrocinadores, sin olvidar los dos puntos fundamentales de este acontecimiento: el público y los artistas. Ha habido, sin duda, una contribución unánime con el evento ferreño, que ha trascendido fronteras, espacios y sensibilidades.

El carácter popular de este certamen se nota en la afluencia de personas de todo calado, que buscan en la hondura y la sencillez las esencias del mejor arte. Aquí lo hallan. Por eso este año comenzamos con un encuentro festivo, lúdico, con numerosos artistas, y, asimismo, con la gastronomía como parte crucial de esta música ancestral.



De lujo


Además, concordamos que merecía, esta edición, un cartel de lujo, y así lo tuvo el festival, con una obra de Carlos Montero que señala el papel de la mujer y de la guitarra en el cante de manera particular. Con un hiperrealismo fuera de serie llamó la atención de quienes la contemplaron.


Ese primer día estuvieron artistas de la talla de Paquito Sánchez o Bastián Contreras, además de la familia de los Fernández, con el gran Antonio al frente, con su magnífico hacer con su guitarra. Artistas del Ballet recordaron la fuerza del festival y a Sebastián Escudero, que estuvo, lo reiteramos, muy presente durante estas jornadas.

El sábado fue uno de los platos fuertes, con un Pitingo que convenció a propios y extraños. “Mestizo y fronterizo” es el título de su espectáculo: donde ha ido ha triunfado.

 Espacio y tiempo se aliaron para disfrutar de una noche maravillosa en la que Miguel de Tena, una de las mejores voces flamencas del mundo, provocó las delicias de los conocedores de este arte.



El domingo se consagró al baile, con una hermosa actuación de la Academia de Baile Hermanas Barba, de Arcos de la Frontera, así como con una muy meritoria intervención de las componentes de la Escuela de Danza y Flamenco del Centro de Artes Escénicas de Torre Pacheco.




El lunes fue una noche trepidante, con el trovo como protagonista, y con Pedro El Cardoso y sus más allegados como exponentes de la mejor repentización regional. Aprendimos mucho, y, fundamentalmente, compartimos sentimientos y gozos por un arte histórico y con bastante enjundia en la región murciana, con varias escuelas formativas incluso. Repasamos valores, conceptos y, como no podía ser de otro modo, con ejemplos muy didácticos. Fue una fortuna tenerlos en el recinto de la Peña Flamenca.




El pregón a cargo de “Fosforito”



Uno de los días más significativos y atractivos fue el del Pregón, a cargo de Antonio Fernández Díaz, “Fosforito”. Se presentó en un formato excepcional: una entrevista pausada, a cargo del director de nuestro festival, Juan Tomás Frutos, en la cual salieron a la palestra aspectos íntimos de Fosforito, su relación con el certamen y, específicamente, con Sebastián Escudero. Definió la pureza del flamenco, de sus palos, recalcó que la vida es emoción, se ganó al público con algunos versos y, fundamentalmente, con su verbo, con el cariño que transmitió.


Esa misma noche actuó la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, teniendo como solista a Carlos Piñana, que interpretó varias de sus obras, acondicionadas a un sinfín de instrumentos que sonaron de manera estelar. Por otro lado, la interpretación de Pedro “El Granaíno”, acompañado a la guitarra por Antonio de Patrocinio y Antonio Carrión, marcaron el tramo final de una velada inolvidable.

El miércoles fue consagrado al homenaje a Lola Flores, a título póstumo, por su contribución a sus versiones tan particulares del flamenco. Nadie de su entorno vino a recoger la medalla de oro concedida por el Festival y su Peña, pero la alocución de Juan Tomás Frutos se ganó a un público incondicional de La Faraona.

 Fue una noche muy intensa con las actuaciones de Samuel Serrano, Jesús Méndez y David Palomar, que mostraron por qué están entre los mejores talentos de España. Los acompañaron a la guitarra Paco Cepero, Antonio Carrión y Pascual de Lorca.




Ya en el jueves se difundió una visión extraordinaria del baile. Habíamos tenido un anticipo el domingo anterior, mas lo que disfrutamos esa noche corroboró todo lo que sabíamos: hay mucho arte también en este perfil del flamenco. 


La Compañía de Baile de Mónica Fernández y Pol Vaquero (que dieron una clase magistral por la mañana) sacaron un hermoso brillo al tablao y a la noche ferreña. Nos deleitamos igualmente con la intervención especial de Antonio Canales. 


Las guindas las pusieron las actuaciones de María Mezcle, con la guitarra de Pascual de Lorca, y de Antonio José Nieto, Melón de Oro de 2018, una de las voces más acreditadas del panorama actual.

Llegamos al viernes, y a la tan esperada semifinal. Un total de 9 artistas se enfrentaron a la honda selección. Venían de más de 500 que se presentaron durante los meses precedentes, de los casi 40 que llegaron al patio de la Peña entre Junio y Julio, de los cuales quedaron esos 9, tan extraordinarios. Para el día siguiente solo permanecerían 5. El artista invitado de esa noche fue Alberto Sánchez “El Almendro”, edulcorado por la guitarra por Antonio Fernández “El Torero”.


Ambiente inefable

Arribamos al sábado, a la Gran Final, con unas intervenciones de soberbia calidad, de enorme altura, que hicieron que el Jurado lo tuviera muy difícil a la hora de resolver. Una noche intensa, con el recinto lleno de gente, con primeras autoridades, y, sobre todo, con un ambiente inefable, que se disfrutó muy mucho.


De nuevo el Ballet de Lo Ferro repartió belleza, hermosura y resolución: se ubicó donde siempre ha estado, a años luz de rutilancia. Interpretó un espectáculo impecable, que despertó numerosos aplausos y vítores. El título fue “Las Cervantas”: rescata la importancia del papel de la mujer en el arte. Como en ediciones anteriores estuvieron geniales. Por cierto, y esto es muy relevante, se rindió homenaje en esta velada a la Ciudad de Cádiz, origen de artistas extraordinarios en numerosos territorios.

Llegado el momento de conocer los premios, éstos, como es habitual, se presentaron de menor a mayor calado. Finalmente, supimos que Anabel Rodríguez Rosado, de Sevilla, fue la ganadora del Melón de Oro, que viene acompañado de un cheque de 12.000 euros. Esta cantaora se hizo el año anterior con el Molino de Lo Ferro, que en esta ocasión fue para Emilio Serrano, que versificó una letra del compositor Andrés Patón.




Los otros tres distintivos fueron para Eduardo Hidalgo, Fuentes Pavón y Campos Jaime, en el ámbito de los Cantes Básicos, de los de Levante y de los Aflamencados, respectivamente. La dotación de estos galardones es de 2.000 euros.



Como colofón, al día siguiente, misa flamenca y los reconocimientos a todos los que han hecho posible que este certamen brille tanto como la Luna, una gran inspiradora para un arte intangible e inmaterial de la Humanidad entera. La gratitud de quienes tenemos alguna responsabilidad es infinita.

viernes, 4 de enero de 2019

Un festival emblemático y lleno de triunfos

“Se oyen sonidos que agarran el alma. Vienen cantos de ancestros que motivan corazones y mares. Es el Festival de Lo Ferro, que luce por todos los lares.

Hemos abierto la puerta de un mundo mágico que sueña contigo, que briega con ser, que elucubra son sentirse a tu lado. Siempre pensamos en ti.

Todo tiene sentido aquí, con vosotros, con ustedes, ahora y siempre.  Tenemos el orgullo de defender el Patrimonio Intangible de la Humanidad.

De nuevo, sí… Una voz se percibe, se aproxima… Una guitarra prepara los mejores acordes… y acompaña… Y el baile nos envuelve en busca del Molino de Lo Ferro y del Melón de Oro, que paladeamos en noches infinitas, en una suerte emocionada.

Se escuchan los sonidos de la 39 edición, y ahí estamos para actuar y para aplaudir, para ser un solo cuerpo con matices, con luces, con recreos. Se enciende el Patio, pisamos el albero, esbozamos una sonrisa… y empezamos ya. ¡Va por ustedes!”

Con estas palabras abríamos un certamen que se ha caracterizado por una enorme afluencia de público y por el agrado de las diversas actuaciones programadas.

Digamos, antes que nada, que el cartel de este año lo fraguó el artista cartagenero, emplazado en Murcia, Gaby Guillén, un pintor con una visión del denominado Pop Art muy especial, que plasmó desde su perspectiva el cosmos flamenco. Con un uso del color y del dibujo muy peculiares ha hecho una de las portadas, de los pórticos, más sugerentes de este festival, que se desarrolló entre el 21 y el 29 de Julio.

Talleres


Las primeras actividades, como suele ser habitual, fueron en el emblemático escenario del Mesón Melón de Oro, sede de la Peña. Escuchamos, embobados, una magnífica conferencia, titulada: “Los Sonidos de la tradición. Patrimonio Sonoro de la Región de Murcia”, a cargo del documentalista, experto en estos temas, y colaborador de RNE, Tomás García.

Pocas charlas como éstas han satisfecho tanto al público presente, que guardó un respetuoso silencio viendo como los sonidos han imbricado la vida del ser humano desde tiempo inmemorial. El broche de oro lo puso la Cuadrilla Antigua.

Asimismo, complació la siguiente actividad, enmarcada en los talleres que hace años que se vienen sucediendo como prólogo del certamen. El titulo ya era alusivo de lo que íbamos a encontrar: “El Flamenco como terapia para la Educación Especial”, a cargo de la cantaora y doctora en periodismo Victoria Cava. Recordó las conclusiones primordiales de su tesis doctoral, en la que demuestra que el flamenco sirve para mejorar el comportamiento humano y para incrementar el aprendizaje en personas con problemas cognitivos.

Pregón

El martes fue uno de esos días que nadie podrá olvidar. Se rindió homenaje a la Academia General del Aire con motivo de su 75 aniversario. De nuevo, el recinto se llenó de un público que no quiso perderse un acto tan entrañable y formal a la vez, sobre todo porque estuvo acompañado del pregón inaugural, a cargo, como no podía ser de otro modo, del Coronel-Director de la AGA, Miguel Iborra Ruiz, que dibujó la vida militar y su vínculo con la civil de una manera excepcional. Tuvo alusiones compartidas y bien hilvanadas entre el flamenco y la existencia castrense. La Unidad de Música de la AGA fue salpicando temas y melodías hasta tal punto que lucieron un espectáculo único y difícil de superar. Fue un pregón bien diseñado desde el punto de vista formal y con unos cimientos afectivos extraordinarios.


Esa noche intervinieron el Ballet de Lo Ferro y Alberto Sánchez “El Almendro”, que pusieron las guindas a una gala muy lucida.



Galas

El miércoles fue clave en la semana. Lo fue por muchos motivos. Se rindió un sentido homenaje al gran guitarrista Juan Carmona “Habichuela”, a título póstumo. Su hijo, Antonio Carmona, recogió un galardón que estuvo envuelto de una gran emotividad, por lo que ha supuesto para el mundo del flamenco en lo personal y en lo profesional tan singular figura, según subrayó.


Actuaron a continuación José Soto “Sorderita”, Miguel de Tena (que estuvo soberbio) y Miguel Flores “El Capullo de Jerez”, un cantaor que nunca deja indiferentes a quienes le escuchan. Estuvo generoso, el gaditano, en una noche fantástica.


Supremo fue el miércoles, y también lo fue el jueves. Nos deleitaron tres joyas, de distinto calado y catadura, pero todas unas maravillas en el universo del arte flamenco.


Escuchamos a Esther Merino (Melón de Oro 2017), que estuvo espléndida, al cantaor de Chiclana Antonio Reyes, y pudimos ver bailar en un escenario preparado expresamente para esa actuación a Farruquito, a Juan Manuel Fernández Montoya, que demostró por qué es el mejor. Lleva sangre de una estirpe única, y él mismo brilla con luz propia, con una personalidad arrolladora. Se mereció una matrícula de honor por parte del público presente, que se la otorgó.





Concurso


El viernes estuvo consagrado a la razón de ser del festival: el concurso. Actuaron los 7 finalistas, que aparecieron de lujo. Este año hubo un magnífico nivel. No en vano estos artistas fueron seleccionados entre los casi 40 que llegaron a las pruebas eliminatorias que se hicieron en junio y julio, los cuales habían sido cribados teniendo como base más de 400 que bregaron por estar en el Festival de Lo Ferro. La selección funcionó. La noche del viernes la cerró “El Bornolero”, que despertó pasiones entre el público.


Y llegamos a la final, con unas actuaciones desbordantes. Se hizo el previsto homenaje a la ciudad de Linares, donde se había presentado el mes anterior la programación ferreña. Los miembros de la corporación, con su alcalde al frente, Juan Fernández, recibieron la Medalla de Oro, así como varios presentes con motivo de ese reconocimiento, en el que se destacó la tradición y la historia flamencas de esta localidad de Jaén.


Antes de la entrega de los premios, hubo una actuación impecable del Ballet de Lo Ferro, que escenificó, con carácter de primicia, el espectáculo: “Aquellas mujeres… Las Sin sombrero”, en el que volvieron a glosar por qué son una de las compañías más reputadas tanto en España como en el extranjero.
La figura para recordar este año es la de Antonio José Nieto, de Córdoba, que consiguió el Melón de Oro. El jurado, en una selección que anduvo muy reñida, enunció la fuerza, la técnica y el buen hacer del ganador.
Con una voz prodigiosa también, Anabel Rodríguez Rosado, de Sevilla, obtuvo el “Molino de Lo Ferro”, que es el premio otorgado para la ferreña mejor cantada.


El colofón a toda una intensa semana fue la misa flamenca en la que no faltaron los dos guitarristas oficiales, Antonio Fernández “El Torero” y Antonio Carrión, a quienes acompañó Mercedes Carrillo.

En definitiva, fue un certamen hondo y sencillo, como suele ser habitual, donde el público representó, como siempre, el mejor papel. No en vano es la razón de ser del festival.