viernes, 4 de enero de 2019

Un festival emblemático y lleno de triunfos

“Se oyen sonidos que agarran el alma. Vienen cantos de ancestros que motivan corazones y mares. Es el Festival de Lo Ferro, que luce por todos los lares.

Hemos abierto la puerta de un mundo mágico que sueña contigo, que briega con ser, que elucubra son sentirse a tu lado. Siempre pensamos en ti.

Todo tiene sentido aquí, con vosotros, con ustedes, ahora y siempre.  Tenemos el orgullo de defender el Patrimonio Intangible de la Humanidad.

De nuevo, sí… Una voz se percibe, se aproxima… Una guitarra prepara los mejores acordes… y acompaña… Y el baile nos envuelve en busca del Molino de Lo Ferro y del Melón de Oro, que paladeamos en noches infinitas, en una suerte emocionada.

Se escuchan los sonidos de la 39 edición, y ahí estamos para actuar y para aplaudir, para ser un solo cuerpo con matices, con luces, con recreos. Se enciende el Patio, pisamos el albero, esbozamos una sonrisa… y empezamos ya. ¡Va por ustedes!”

Con estas palabras abríamos un certamen que se ha caracterizado por una enorme afluencia de público y por el agrado de las diversas actuaciones programadas.

Digamos, antes que nada, que el cartel de este año lo fraguó el artista cartagenero, emplazado en Murcia, Gaby Guillén, un pintor con una visión del denominado Pop Art muy especial, que plasmó desde su perspectiva el cosmos flamenco. Con un uso del color y del dibujo muy peculiares ha hecho una de las portadas, de los pórticos, más sugerentes de este festival, que se desarrolló entre el 21 y el 29 de Julio.

Talleres


Las primeras actividades, como suele ser habitual, fueron en el emblemático escenario del Mesón Melón de Oro, sede de la Peña. Escuchamos, embobados, una magnífica conferencia, titulada: “Los Sonidos de la tradición. Patrimonio Sonoro de la Región de Murcia”, a cargo del documentalista, experto en estos temas, y colaborador de RNE, Tomás García.

Pocas charlas como éstas han satisfecho tanto al público presente, que guardó un respetuoso silencio viendo como los sonidos han imbricado la vida del ser humano desde tiempo inmemorial. El broche de oro lo puso la Cuadrilla Antigua.

Asimismo, complació la siguiente actividad, enmarcada en los talleres que hace años que se vienen sucediendo como prólogo del certamen. El titulo ya era alusivo de lo que íbamos a encontrar: “El Flamenco como terapia para la Educación Especial”, a cargo de la cantaora y doctora en periodismo Victoria Cava. Recordó las conclusiones primordiales de su tesis doctoral, en la que demuestra que el flamenco sirve para mejorar el comportamiento humano y para incrementar el aprendizaje en personas con problemas cognitivos.

Pregón

El martes fue uno de esos días que nadie podrá olvidar. Se rindió homenaje a la Academia General del Aire con motivo de su 75 aniversario. De nuevo, el recinto se llenó de un público que no quiso perderse un acto tan entrañable y formal a la vez, sobre todo porque estuvo acompañado del pregón inaugural, a cargo, como no podía ser de otro modo, del Coronel-Director de la AGA, Miguel Iborra Ruiz, que dibujó la vida militar y su vínculo con la civil de una manera excepcional. Tuvo alusiones compartidas y bien hilvanadas entre el flamenco y la existencia castrense. La Unidad de Música de la AGA fue salpicando temas y melodías hasta tal punto que lucieron un espectáculo único y difícil de superar. Fue un pregón bien diseñado desde el punto de vista formal y con unos cimientos afectivos extraordinarios.


Esa noche intervinieron el Ballet de Lo Ferro y Alberto Sánchez “El Almendro”, que pusieron las guindas a una gala muy lucida.



Galas

El miércoles fue clave en la semana. Lo fue por muchos motivos. Se rindió un sentido homenaje al gran guitarrista Juan Carmona “Habichuela”, a título póstumo. Su hijo, Antonio Carmona, recogió un galardón que estuvo envuelto de una gran emotividad, por lo que ha supuesto para el mundo del flamenco en lo personal y en lo profesional tan singular figura, según subrayó.


Actuaron a continuación José Soto “Sorderita”, Miguel de Tena (que estuvo soberbio) y Miguel Flores “El Capullo de Jerez”, un cantaor que nunca deja indiferentes a quienes le escuchan. Estuvo generoso, el gaditano, en una noche fantástica.


Supremo fue el miércoles, y también lo fue el jueves. Nos deleitaron tres joyas, de distinto calado y catadura, pero todas unas maravillas en el universo del arte flamenco.


Escuchamos a Esther Merino (Melón de Oro 2017), que estuvo espléndida, al cantaor de Chiclana Antonio Reyes, y pudimos ver bailar en un escenario preparado expresamente para esa actuación a Farruquito, a Juan Manuel Fernández Montoya, que demostró por qué es el mejor. Lleva sangre de una estirpe única, y él mismo brilla con luz propia, con una personalidad arrolladora. Se mereció una matrícula de honor por parte del público presente, que se la otorgó.





Concurso


El viernes estuvo consagrado a la razón de ser del festival: el concurso. Actuaron los 7 finalistas, que aparecieron de lujo. Este año hubo un magnífico nivel. No en vano estos artistas fueron seleccionados entre los casi 40 que llegaron a las pruebas eliminatorias que se hicieron en junio y julio, los cuales habían sido cribados teniendo como base más de 400 que bregaron por estar en el Festival de Lo Ferro. La selección funcionó. La noche del viernes la cerró “El Bornolero”, que despertó pasiones entre el público.


Y llegamos a la final, con unas actuaciones desbordantes. Se hizo el previsto homenaje a la ciudad de Linares, donde se había presentado el mes anterior la programación ferreña. Los miembros de la corporación, con su alcalde al frente, Juan Fernández, recibieron la Medalla de Oro, así como varios presentes con motivo de ese reconocimiento, en el que se destacó la tradición y la historia flamencas de esta localidad de Jaén.


Antes de la entrega de los premios, hubo una actuación impecable del Ballet de Lo Ferro, que escenificó, con carácter de primicia, el espectáculo: “Aquellas mujeres… Las Sin sombrero”, en el que volvieron a glosar por qué son una de las compañías más reputadas tanto en España como en el extranjero.
La figura para recordar este año es la de Antonio José Nieto, de Córdoba, que consiguió el Melón de Oro. El jurado, en una selección que anduvo muy reñida, enunció la fuerza, la técnica y el buen hacer del ganador.
Con una voz prodigiosa también, Anabel Rodríguez Rosado, de Sevilla, obtuvo el “Molino de Lo Ferro”, que es el premio otorgado para la ferreña mejor cantada.


El colofón a toda una intensa semana fue la misa flamenca en la que no faltaron los dos guitarristas oficiales, Antonio Fernández “El Torero” y Antonio Carrión, a quienes acompañó Mercedes Carrillo.

En definitiva, fue un certamen hondo y sencillo, como suele ser habitual, donde el público representó, como siempre, el mejor papel. No en vano es la razón de ser del festival.

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